Lo que sé de los hombrecillos. Juan José Millás (crítica)
Título: Lo que sé de los hombrecillos
Autor: Juan José Millás
Primera edición: 2010 (Seix Barral)
Poco habremos aprendido de los hombrecillos tras la lectura de éste pequeño libro, así que el título no nos lleve a engaño. Lo que ahora sé de los hombrecillos es que están escritos por Juan José Millás, lo cual nos va a sumergir en un universo propio poblado de seres mezquinos, algunos de ellos diminutos y otros un poco más grandes. En realidad, la historia trata de un solo hombrecillo, o mejor dicho de dos: el autor y su réplica en miniatura.
A través de una extraña metáfora del huevo de gallina, que tal vez algún economista sepa apreciar (yo no lo he hecho), la trama nos lleva por parajes sexuales que rayan la pornografía barata, algo que parece que no esté escrito por un verdadero escritor como Millás, sino por un aficionado a los foros virtuales de literatura erótica, con todos mis respetos hacia los aficionados a éste género que leen y escriben desinteresadamente en las múltiples páginas de éste género en la red. Pero en éste caso, Millás pretende vendernos ésta historia y cobrárnosla a precio de obra maestra.Explicar que dentro de nosotros hay un Yo más mezquino ya está inventado, lo escribió Robert Louis Stevenson en su extraño caso deldoctor Jekyll y míster Hyde.
La realidad es que es un cuento absurdo, delirante, raro e inverosímil. La premisa era interesante al principio: el ensueño de un catedrático que se ve visitado por extrañas criaturas parecidos a hombrecillos; eldesdoblamiento del protagonista cuando accede al reino de casas de muñecas, donde conocerá a la mujercilla; la enigmática reproducción ovípara de los hombrecillos, que guarda alguna relación con la obsesión por el huevo de gallina del protagonista. Pero luego todo eso se esfuma y se derrumba como un castillo de naipes. Nos aguardan lugares comunes, personajes planos y cierta desidia narrativa.
Seremos testigos del descenso a los infiernos del protagonista, aunque tal vez no sea tan espectacular como Millás nos pretende hacer creer -no es algo tan diabólico fumar, beber y tener la casa hecha un desastre-, y también seremos partícipes de lo bien que le salen las cosas al protagonista, algo que decepciona por completo, puesto que uno esperaría que alguien que ve hombrecillos y que tiene que ocultar su doble vida como tal tuviera más dificultades. Pero no sucede así, todo lo despacha Millás con un par de frases; todo resulta fácil y previsible.
Al final la novela termina de forma abrupta, como si en realidad el propio autor no estuviera muy contento con lo que le estaba saliendo hasta el momento pero tuviera la obligación de entregarle algo al editor. Todavía no entiendo a qué venía lo del huevo, pero supongo que Millás lo habrá explicado bien en cualquier suplemento de El País, porque en éste libro no me queda claro. En definitiva, Millás no sabe nada de los hombrecillos.