I. Cuando la juventud empieza a desaparecer, cualquier joven se hace preguntas. Una de las más formuladas suele ser «¿Cómo quiero que sea mi vida a partir de ahora?» o «¿De qué voy a trabajar cuando deje de estudiar?». Llegados a ese punto, está claro que el paso a la vida adulta empieza a darse y, de repente, surge la responsabilidad como eje vertebrador de la formación y el mérito para entrar con buen pie en el mundo de los mayores. Es cuando esos jóvenes, que ya no lo son tanto, se ven como señores de negocios, o abogadas de renombre; en definitiva: como gentes de «provecho».
Llega un momento en la vida de una persona en la que se da cuenta que ha cruzado el Rubicón entre la juventud y la edad adulta; en la que el tiempo del pasotismo queda atrás y se yergue absoluta la figura del self made man: el hombre hecho a sí mismo. Esto ocurre en cada generación; sucede que el sistema siempre busca controlar el inmenso poder de cambio que posee la juventud, y el mecanismo actual y definitivo para erradicar dicho poder es colocando en su lugar al dinero, como símbolo indiscutible del poder al que aspirar.
La mayoría damos ese paso para tomar las riendas de nuestra vida en solitario, alejados de las protectoras figuras paternas; entonces nos damos cuenta de la vida tal cual es, con todas sus grandezas y flaquezas y sin vendas en los ojos. En el tránsito de ganarse el sueldo, comprarse un coche, un piso, etc., es cuando nos convertimos en adultos sólidamente instalados en sociedad, y es durante ese trayecto donde, tal vez, nos hacemos un poco más sumisos con el orden y el sistema establecido.
II. Existe, en la actualidad, una crisis de confianza. ¿Pero qué es ésta crisis de confianza para mi? Yo diría que es ser partícipe de que la juventud ha perdido su fe en el sistema y en la clase política, dado que aquellos que ostentan el poder actúan de forma ejemplarizante de lo incorrecto; el distanciamiento y la desconfianza de la juventud es, por tanto, consecuencia de la corrupción del sistema.
Una respuesta a «Formas parte del sistema»
La juventud no tiene por sí misma ese poder de cambio que le atribuyes como generación, globalmente. De hecho, es una moda reciente en la historia su glorificación, aunque ahora con la crisis vayan maldadas para muchos de sus miembros. Son algunos individuos, siempre pocos, los que a modo de cuñas van desgarrando el eejido del conformismo general de su época, y esos individuos lo hacen siempre a lo largo de toda su vida, incluso de ancianos. Los jóvenes por sí mismos sólo son proto-idiotas adultos. Si fuera así, con sólo esperar un poco, a la sigueinet generación,cambiaría el mundo a mejor, pero no es tan sencillo.