Y no solo eso, queremos gobiernos de derechas que además se apropien de la voz del pueblo, moldeándolo como si fuera una masa maleable y pringosa, ya que una vez confitan el pastel proceden a lavarse las manos después.
Me comentaba una amiga mia gallega –que no pudo votar en Galicia, dado que hace poco tiempo tuvo que irse de Catalunya por los recortes en sanidad, y por eso aún estaba censada aquí– que por lo menos no tenían que lamentarse de que Mario Conde hubiera conseguido un escaño. Cierto, Dios ahoga pero no aprieta. Así que esta gran victoria del PP gallego, que hace unos meses nadie creía, da argumentos a Rajoy y lo refuerza en su idea de que lo que España necesita son más sacrificios, en lugar de políticas de estímulo. Pues nada, el pueblo manda. Algo habrá tenido que ver el hecho de que Feijoo salía en el Telediario a todas horas; yo no me sé el nombre completo del candidato socialista y del nacionalista.
El caso del País Vasco es pelín diferente. Ahí también han ganado los conservadores, aunque los malos. Es decir, no lo que consideraríamos como «buenos españoles». O sea, el PP. Ahí han ganado los pérfidos nacionalistas vascos. Por otro lado, como segunda fuerza política, tenemos al diablo. O por lo menos, yo creo que es el mismísimo diablo, a tenor de lo que dicen de Bildu desde los periódicos de las Españas. Desconozco los concienzudos análisis y acertados comentarios que harán nuestros queridos y carpetovetónicos amigos de las televisiones patrióticas. Supongo que mucho no les habrá gustado, o les habrá gustado lo mismo que al PSOE.
La conclusión es obvia, como siempre, meridiana: tenemos los políticos que nos merecemos, porque éstos no proceden de ninguna otra parte que no sea del mismo pueblo que les vota. Somos todos un fiel reflejo: gobernantes y gobernados. Por eso me ha sorprendido que no entrara Mario Conde, porque aquí todos somos, en esencia, del partido TEU, Tonto El Último. Pero a éste le ha faltado algo esencial, algo de lo que hacen gala el resto de partidos: el enemigo. El PP gana porque tiene muchos enemigos, y como la gente vota «en contra de» en lugar de «a favor de» obtiene esas maravillosas mayorías absolutas. Mario Conde tiene como enemigo a la justicia, pero no a otro partido político. Le faltó pringarse y manipular esa masa maleable, el pueblo, para conseguir su trozo de pastel. Bueno, pues nada, ahora toca que gane CiU en Catalunya y ya estará todo el pescado vendido. Dos y dos, cuatro.