Las modernas librerías de viejo

Introducción

Estoy razonablemente contento porque cerca de mi trabajo hay un par de librerías de segunda mano, a saber: una ReRead y una Llibre Solidari (supongo que en resto de España habrá algo similar a los libros solidarios). Estas dos librerías que tengo a 10 y 15 minutos respectivamente me han permitido descubrir la obra de autores que actualmente es casi imposible encontrar en las librerías tradicionales. 

Me acuerdo que antes eran las librerías de La Casa del Libro las que tenían un fondo editorial importante, que aunque no tuvieran lo que andabas buscando expuesto en las estanterías cabía la posibilidad de que lo tuvieran en el almacén.

De un tiempo a esta parte esto ya no es así, La Casa del Libro se ha convertido en un McDonald’s literario que oferta las últimas novedades pero que ya no se preocupa tanto de tener una selección variada de clásicos y modernos. Ahora hay pilas de libros de Brandon Sanderson, del Premio Planeta que toque y del enésimo libro de autoayuda. ¡Para lo que se ha quedado el otrora amado templo de los libros!

Imagen generada con Stable Difussion

La competencia de Amazon y la turistificación de los barrios

En Barcelona, poco a poco van desapareciendo sin hacer ruido muchas librerías, como la Alibri, la Canuda, la Cómplices, o la Librería Medios, una de mis favoritas de la ciudad. ¿Cómo van a sobrevivir a Amazon y a la turistificación de la ciudad? Ya no hacen falta librerías, solo más Starbuck’s con gente guapa haciéndose selfies para Instagram.

Sobreviven, porque si no sobreviven estas sería ya para matarse, las grandes librerías La Central y La Laie; su abultado stock y su ambientillo chill, con la cafetería y los eventos literarios, las hacen lugares bonitos para visitar. Pero ni siquiera estas librerías lo tienen fácil y habrá que ver en qué se van convirtiendo de cara al futuro (mi predicción: Tigers con libros).

En mi caso, intento siempre que puedo comprar los libros cerca de casa; a veces uso el buscador Todos tus libros para encontrar cerca el título que busco, pero la mayoría de las veces voy directamente a la Trabookaire, la Tribu o la Santos Ochoa, que me pillan cerca. Espero que duren muchos años. No me hago muchas ilusiones, la verdad, la cosa está muy mal porque la competencia que ejerce Amazon es devastadora. Ya lo es en los juegos de mesa, pues en los libros aún más. 

Sea como fuere, es innegable que el stock de Amazon es insuperable, y que ahí puedes encontrar casi todo lo que busques (aunque si es muy especializado, olvídate), por lo que se convierte de facto en el sitio donde buscar libros (y quien dice libros, dice literalmente todo, me incluyo). Tanto si vas a comprar como si no, es el lugar donde consultar precios, leer opiniones, ver las alternativas… no se puede competir contra semejante titán. Si acaso, se puede vender lo mismo de forma distinta, ofreciendo otras cosas, como por ejemplo charlas de autores, presentaciones y conferencias, ciclos de lectura, cosas así. Eso Amazon no lo puede hacer. 

No toda la culpa es de Amazon

Las librerías tradicionales también pueden cerrar por sus propios méritos, no cabe duda. La figura del tendero que está ahí pero que no te ve, que no te recomienda o que directamente resulta antipático me ha sucedido más de una vez (pongamos por ejemplo, en Barcelona, la Okulus y algunos tenderos de la Gigamesh).

También sucede que se ha perdido el fondo editorial porque se publica tanto que las novedades sepultan a los libros de hace tan solo un año, así pues ¿para qué tener un fondo de libros publicados entre 1990 y 2010? ¿Para qué tener un fondo de autores como Umbral, Cela o Carmen Laforet? ¿A quién le interesan? Pues quizás a mí, y a otros muchos lectores, y quizás por eso también algunas librerías acaban cerrando, porque si no puedes competir contra Amazon en cuanto a las novedades, podrías tratar de competir en cuanto a las viejunadas y las rarezas.

Así pues, las modernas librerías de viejo son la tabla de salvación para aquellos que queremos leer a Cela, Baroja, Umbral y todos esos señores que la petaron hace mucho tiempo, que solo se pueden conseguir en estos lugares donde comprar libros de segunda mano. A veces hay auténticas gangas: he podido encontrar una edición de Los versos satánicos al popular precio de 3 euretes.

Quiero reivindicar a las modernas librerías de viejo (es un acierto que ya no huelan a viejo, que no tengan humedad, que no haya polvo y que estén ordenadas) y también reivindicar la lectura de los clásicos de los que apenas se oye hablar ahora, que están olvidados o defenestrados (como Cela, del que espero hacer una reseña pronto). Y ojalá las librerías tradicionales empiecen a tener un fondo de viejunadas, o me temo que Amazon se las comerá.

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