La tiranía de las plataformas

Decíamos ayer…

Desde hace unos diez años aproximadamente que publico muy poco en este blog, lejos quedan ya los artículos sobre humanidades, política o juegos que tan a gusto escribía a principios de la pasada década, que coincide más o menos con mi abrazo a Twitter y a YouTube como las plataformas de facto por las cuales decir lo que pienso o lo que hago en un momento dado. Es la tiranía de lo inmediato y lo visual frente a lo trabajado y lo textual. Es, de hecho, lo que va definiendo al siglo XXI: el abandono de la razón por la emoción.

La emoción por encima de la razón

Piensa por un momento en el consumo que realizas diariamente de Internet, o en otras palabras, tu relación con Internet. Elimina de todo eso lo referente al trabajo (uso del email, de Google Drive, Dropbox y apps similares) e incluso elimina el uso de la mensajería con tus familiares y amigos (Whatsapp, Telegram, tal vez Slack o Discord…). Seguramente, eliminando todas las anteriores, te queden en la memoria las cuatro o cinco aplicaciones que usa todo el mundo: Instagram, YouTube, Tik Tok, Facebook, Spotify

Estas plataformas basan su éxito en la llamada Economía de la Atención, es decir, ganan dinero cuanto más tiempo pasas en ellas, mirando los vídeos, las fotos y los anuncios que se pueden ver ahí. Por esto tenemos los loops o el scroll infinito, para que simplemente con deslizar el dedo tengas entretenimiento sin fin, basado en tus gustos y preferencias, que la plataforma sabe porque tú mismo se lo estás diciendo al preferir ver unos contenidos antes que otros. La plataforma sabe más que tú mismo lo que realmente te gusta. Sabe como generar en tí la emoción. Cada nuevo vídeo, foto o contenido te genera un estímulo que activa la dopamina y te proporciona una recompensa. Si además resulta que tu propio contenido genera interés (una foto, un comentario, un vídeo, etc) y recibes cuantiosos likes, el sistema de recompensa se vuelve loco y tu sensación de placer es mayor. Así funciona la economía de la atención, te hackea el cerebro, no puedes salir del bucle. No es una conducta racional, es puramente emocional.

¿Y esta chapa a qué viene?

Viene porque en diez años mi consumo de Internet ha variado radicalmente y casi sin darme cuenta. He pasado de visitar varios foros y blogs a usar básicamente Twitter y YouTube, también en parte porque toda la gente interesante que escribía se ha pasado a estas plataformas. El viejo bloguero es el moderno streamer. Si antes visitaba LaBsk, el CAAD, Prosofagia o Bytemaníacos, por poner algunos foros de ejemplo; o bien visitaba el Blog de The Punisher, Andanzas de una escritora, Kurioso, Patrulla de Salvación y otros tantos con tantísima creatividad… ahora deslizo el dedo para ver tontunas en Instagram, donde me cuelan un anuncio por cada tres o cuatro contenidos.

Resulta que estamos todos entrando en las mismas plataformas (cuya información es privada, no podemos apenas encontrar información o contenidos en ellas si no nos damos de alta en las mismas) que saben lo que nos gusta y nos dan más de lo mismo para reforzar nuestros sesgos y hacernos vivir en una burbuja de irrealidad. Existen mecanismos para mitigar estas burbujas y sesgos, pero no son suficientes. Realmente los ingenieros que han diseñado estas plataformas han hecho muy bien su trabajo, no podemos salir de ellas, y por ende, no hacemos gran cosa por entrar en otras a descubrir otras posibilidades. No voy a decir que solo consumimos lo que nos dan, todo lo contrario, el usuario es también creador de contenido; alimentamos a las plataformas con nuestras fotos, vídeos, etc, y sobrealimentamos el algoritmo con nuestras preferencias. Somos el cliente perfecto: somos el producto y el productor, todo en uno.

¡Pero si hay un auge de creadores de contenido!

Eso es muy cierto, hay muchísima gente creando contenidos para YouTube, Twitch, Instagram, Tik Tok… ¿se entiende lo que quiero decir? Hay muchísima gente creando contenido para plataformas, que se podrá disfrutar mientras exista la plataforma. Y si alguien cree que toda esa creatividad no se irá al garete en algún momento dado que le eche un ojo a MySpace, Google+ o la viejísima GeoCities (esta referencia no la pillan menores de treinta, me temo). No les puedes echar un ojo porque no exiten. Están finiquitadas. Kaput. Mortes.

Es por esto por lo que abandoné este blog, porque empecé a crear contenido en plataformas, que te aseguran una audiencia por el hecho de que hay mucha gente allí mirando, y reconozco que mi consumo de YouTube es muy alto, así como el de Twitter, y además reconozco que las voy a seguir usando, tanto para consumir contenido como para crearlo, pero no voy a dejar que la plataforma tenga toda mi atención. Voy a empezar a crear contenido otra vez dentro de mi casa, que es este blog, cuyo contenido tengo en propiedad en mi ordenador y al cual podré dar el formato que más me plazca porque es el formato textual, que se puede leer en pantalla o en papel. 

Conclusión

Os he soltado una buena chapa para empezar a calentar en el blog. Esta no la vísteis venir, y si habéis llegado hasta aquí igual queréis una recompensa que os haga bailar la dopamina, que a buen seguro que la tenéis bajísima por estar leyendo tanto rato un texto sin distracciones (porque asumo que lo habéis leído sin mirar el Whatsapp o el Instagram en ningún momento). Lo cierto es que no hay regalito, la dopamina bajo mínimos… ¡el que quiera estímulos que se vaya al Tik Tok! Aquí se viene a leer. Los siguientes artículos van a ser una varieté entre reseñas de libros, algo de culturilla general y movidas de humanidades. ¡Avisados estáis!

Imágenes creadas con DALL·E 2 con el prompt: A cartoon image of Instagram, Tik Tok, YouTube and Facebook logos fighting

Una respuesta a «La tiranía de las plataformas»

  1. Bienvenido de vuelta a la brrecha y quiera usted seguir haciendo armas con las letras, que a veces en el fragor de tanta multimedia uno llega a sentirse un poco solo.

    Un abrazo

    [INCANUS]


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