La dona que mirava la tele

La actriz Assun Planas reflexiona sobre el poder que ejerce la televisión en nuestras vidas, dado que este medio de comunicación selecciona los trozos de realidad que el espectador puede ver, y omite aquellos que no le interesan. Basado en el libro del mismo título de Dolors Miquel, en un rico lenguaje poético que reivindica el poder de la poesía y aborrece la mediocridad zafia que nos ofrece la televisión.
La obra es un monólogo en catalán y en prosa poética, donde la actriz permanece tumbada en un sofá mientras va cambiando de canal, a la vez que comenta lo que observa en la pantalla. El monólogo nos hará soltar alguna carcajada de vez en cuando, pero su trasfondo es dramático. De vez en cuando surge el miedo a apagar la televisión, a salir ahí fuera… pero el influjo del aparato catódico es más fuerte e invita continuamente a cambiar de canal, a combatir el aburrimiento con esas píldoras de realidad seleccionada que ofrece la pantalla; esa dosis cotidiana que nutre nuestra desazón. 
En un momento de la obra, el texto se vuelve más crudo, se plantean más interrogantes, se cuestiona a la televisión y se reivindica a la poesía. Pero también se revela un secreto que va más allá de la pantalla y explica el porqué nos refugiamos bajo su infeliz manto; la razón de la protagonista queda clara en la obra –y aquí no la voy a desvelar para no reventar parte de la trama–, pero cada cual tendrá la suya, y con esa reflexión abandonaremos la sala, preguntándonos cuál es la causa por la que nos pasamos la vida mirando la televisión y renunciando con ese acto a las miles de cosas que nos ofrece la vida.

En palabras de los autores de la obra:

‘La mujer que miraba la tele’ quiere ser una reflexión sobre el mundo en lo que vivimos, dominado por el televisor, que se convierte en un verdadero iman para muchas personas. Un iman que puede convertirse en un pozo sin fondo, un agujero sin salida en el que algunos pueden quedar vertidos y de donde les puede costar salir.
De hecho, el mundo de la televisión está en todas partes y lo abarca todo: informativos, dibujos animados, culebrones, tertulias, concursos, anuncios… Es el medio de comunicación más masivo, por donde pasan personajes de todo tipo, algunos viven y otros viven. La televisión también provoca la soledad del espectador. De todo, ¿es posible hacer una literatura de alto voltaje? ‘La mujer que miraba la tele’ pretende dar una respuesta, proponiendo una mirada lúcida y reflexiva sobre el mundo que percibimos desde nuestra solitaria condición de televidentes y sobre los efectos en la privacidad de nuestra vida íntima.
La obra, donde la protagonista se dirige a una Maria Callas inexistente, hace sonar a la gran diva de la lírica y poemas en off de Anna Akhmàtova, Federico García Lorca, Maria-Mercè Marçal, Marina Tsvetàieva y Anne Sexton.

La obra se representa en el Círcol Maldà de Barcelona y estará en función los lunes y martes hasta el 30 de septiembre.
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2 respuestas a «La dona que mirava la tele»

  1. La tele es como si, en los libros, sólo tuvieras acceso a leer bests sellers y otras bazofias: la culpa no es del medio sino de unos contenidos que han hecho ley del aforismo del mayo francés: 'cien mil millones de moscas no pueden equivocarse: come mierda'.

    La tele bien empleada (The Wire y otras series de HBO por cable, documentales de la BBC , etc.) es maravillosa y criticarla sin más matices es errar el tiro


  2. Igual que es errado llamar Bazofia a cualquier Best Seller simplemente por serlo.


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