El debate de la campaña electoral de 2011 se celebró el 7 de noviembre, rodeado de un ambiente de gran expectación entre los periodistas. En el debate, dos presidenciables entre los más de cuarenta que los españoles pueden elegir, se dedicaron a decir «¡y tú más!» en unos cruces dialécticos propios del catetismo ilustrado en la línea que separa la barra del bar de la mesa de tertulias televisivas. Se puede decir, con toda la razón, que ni ha ganado la derecha ni la izquierda –la izquierda ni se presentaba, yo solo vi una derecha conservadora y otra progresista–, en todo caso ha ganado el ytumasismo, una clara tendencia al alza entre los partidos que llevan gobernando toda la vida en España.
Empecemos por el muñeco que representaba a los intereses de la patronal, digo el PP. Las propuestas de un Rajoy con sonrisa beatífica eran tan sencillas como el mecanismo de un chupete; esto es, que todo se resuelve con la creación de empleo, que se genera por el simple hecho de un cambio de gobierno. Una vez que se genera empleo por este axioma todo lo demás es coser y cantar. Para decir esta gran verdad tuvo que leer continuamente de su papelito, que con tanto mimo le habían preparado sus asesores. Es como decir que para que los bancos vayan bien la gente tiene que tener dinero en ellos, y tengo que apuntarme esta frase en un post-it y leerla todo el rato a ver si así se me queda. Tampoco Rajoy se sabía el nombre del candidato que tenía enfrente, puesto que lo llamó Rodríguez Zapatero en un par de ocasiones; puro déjà vu, ya lleva dos elecciones perdidas con esa bestia negra que ahora se ha convertido otra vez en bambi.
Por otro lado, teníamos al candidato Rubalcaba, con un discurso que empezó por echar en cara a Rajoy sus desmanes en el gobierno, su discurso deliberadamente ambiguo y su implicación en la crisis. Todo bien de no ser que Rajoy no es el presidente –ni siquiera manda en su partido– y es Rubalcaba el que está gobernando. De poco le sirvió al del PSOE, que no andaba falto de razón, recordarle a Rajoy que la crisis que vivimos ahora viene por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria que surgió en los años más duros del aznarismo. Tampoco le ayudó sembrar las dudas acerca de la posibilidad que el PP recorte las libertades sociales conseguidas, como el matrimonio homosexual, la ley de muerte digna o el aborto, que son opciones y no imposiciones. De nada sirvió recordarle a Rajoy los párrafos más oscuros de su programa electoral, donde se insinúan recortes en derechos a los trabajadores, revisiones de pensiones cada dos años y rebajas en la prestación del paro. Todo ello no impidió que el gran agujero de los cinco millones de parados dejara de ser más visible. Incluso Campo Vidal, el moderador del debate, le pasó a Rubalcaba una pala para que empezara a cavar su tumba política; esto sucedió cuando las cámaras no enfocaban, pero la pala está ya está en Ferraz, esperando encontrar acomodo en un despacho de Telefónica.
Me interesaron especialmente el apartado que dedicaron los candidatos a hablar sobre medio ambiente, inmigración y cultura. Por su ausencia, me refiero. ¿Cómo voy a votar a un partido que no tiene en cuenta estas realidades sociales que también forman el país que pretenden gobernar? ¿Qué pasará con los inmigrantes que viven en España y que se levantan cada día con la espada de Damocles en el pecho, sin saber si a partir del 20N se endurecerán las condiciones de vida para ellos? ¿Qué pasará con el aire de nuestras ciudades, la conservación de nuestros montes, la calidad de nuestro litoral costero? ¿A dónde se dirigirá la cultura de este país si tiene que depender del mecenazgo y el patrocinio privado? ¿Acaso todas estas cuestiones no son importantes? ¿Acaso solo importa el dinero? ¿De verdad alguien cree que se puede vivir feliz –ya no digo crecer, pues me niego a valorar la vida en términos capitalistas– en un país con menos habitantes, enfermo y cateto?
Me hubiera interesado más un debate con la participación de IU, UPyD y Equo, puesto que son los partidos minoritarios que más cosas han dicho en esta campaña y que más posibilidad de cambios pueden hacer. Los dos partidos mayoritarios están atados de pies y manos, como la prensa, por los poderes económicos que les financian –la gran banca, las empresas de comunicación y las de energía–, por tanto nada va a cambiar en el panorama político si seguimos votando a unos señores que llevan toda la vida gobernando y que nos han conducido a esta situación. Los dos, Rajoy y Rubalcaba, han estado ya en el gobierno, y los dos son culpables de haber conducido a España hasta este callejón sin salida en el que nos encontramos. Votarles significa volver a los viejos remedios, significa volver a tenerles ahí de por vida, como si no llevaran toda una vida organizando nuestro porvenir, desde el Prestige, Sitel y demás pecados de cada uno, su currículum por sí solo debería bastar para que no depositáramos nunca jamás nuestra confianza en ellos.
Soy de la firme opinión que únicamente un nuevo partido, sin las ataduras de los grandes, puede realmente hacer cambios de calado en España. Un partido que no pueda esgrimir el ytumasismo a sus adversarios, y que en su lugar, tienda puentes de diálogo con todos porque ningún interés le ate a una determinada cerrazón ideológica. Uno de esos partidos que no sale en los medios porque no los tiene controlados, que genera ilusión y cambio. Uno de esos partidos que no salen en los debates electorales porque puede sacar a relucir las vergüenzas de los candidatos, sus penas y sus faltas. Se impone el cambio de ciclo, la regeneración del espectro político del país; falta masa intelectual en el hemiciclo, falta fuerza en Europa, sobra la soberbia en los presidentes autonómicos, sobran la mitad de los consejeros de esos presidentes.
En conclusión, el debate ha servido para saber como piensan estos títeres de los poderes económicos del país. ¿La dación en pago? una quimera. ¿La ecología? eso es para hipis colgaos. ¿La vivienda digna? puro eslogan de universitarios. ¿La educación gratuita? ya la tenemos, solo que se tiene que pagar. ¿La sanidad? pues lo mismo que la educación. ¿La cultura? ahí está la tele. ¿Europa? eso es para pedir ayudas agrícolas. ¿La igualdad de oportunidades? pues anda que no hay mujeres de su casa en puestos de responsabilidad. ¿Me dejo algo? no lo sabemos, pero en todo caso, ya lo habíamos pensado. Mientras tanto, antes de que acabara el debate, los periodistas hooligans ya daban ganador a quien tiene que pagarles el pan, los tertulianos voceros ya insultaban ora a uno ora al otro, y la gente común se iba a dormir con la terrible sensación de que habrá un cambio, sí, para que todo siga igual.
5 respuestas a «El debate electoral de 2011»
¿De verdad tienes que preguntarte si "Acaso solo importa el dinero"? ¿Has visto en que mundo vivimos? La respuesta más próxima la tienes en Grecia, que no les han dejado hacer un referendum y han destituido al presidente por llevar la contraria a Europa. Sí, solo importa el dinero.
Entrando en el debate me pareció muy flojo y no se dijo nada que no se supiera ya. Un solo debate es insuficiente para tratar los temas como deben tratarse. Lo suyo hubiera sido hacer tres debates, cada uno con uno de los bloques que ayer se trataban y, por supuesto, con más fuerzas políticas. El debate es un paripé de cara a la ciudadanía que no viene si no a demostrar lo que todos sabemos y tu mismo dices: todo va a seguir igual.
Plas plas plas!!!
Es curioso que me interesen los comentarios de la blogosfera sobre el debate mucho más que el propio debate que, por otra parte, me abstuve de ver.
un debate sin el menor interés, como cabía preveer.
También necesitamos un líder, una cabeza visible de ese nuevo partido que, por ahora, no existe.
El debate menos emocionante que recuerdo, ambos candidatos eran muy predecibles. Rajoy con su falta de carisma, ajustándose a leer su guión, y Rubalcaba tratando de sembrar miedo y sospechas con un interrogatorio policial.