La manifestación de esta tarde convocada por la Assemblea Nacional Catalana en Barcelona ha sido histórica por su magnitud y por su clara reivindicación independentista. El discurso final de la marcha, que no logro encontrar en los medios habituales, ha sido especialmente duro, durísimo, en contra de la política española. Aunque yo no estoy de acuerdo con la independencia de Catalunya, no se puede negar que no haya motivos para el descontento. De hecho, gran parte de España se querría independizar de sí misma, si pudiera eso hacerse, que la Constitución no lo prevee.
Sin embargo, no todos en la manifestación estaban de acuerdo en quién debería gestionar esa hipotética secesión. ¿Qué políticos llamarían a Madrid para pedir la independencia? Desde luego, no creo que fuera el actual presidente de la Generalitat, el señor Artur Mas, que no ha dudado en pactar con el PP todo lo que sea menester para atar en corto a los funcionarios catalanes. Porque si hay algo que es CiU, algo que le define como partido más allá de ser catalán, es que es profundamente conservador. Ellos dicen que hacen un gran servicio a España, e incluso uno de sus políticos, el señor Durán i Lleida, es apreciado fuera de Catalunya. Ignoro los motivos de éste afecto por el líder de Unió, aunque supongo que le llegan por renegar de la independencia, algo con lo que sí fantasea Mas.
¿Dónde queda Esquerra Republicana Catalana en todo esto? Deliberadamente en un segundo plano, tras las plataformas de la ANC y Òmnium Cultural, tal vez por haber estado ya en el gobierno catalán y ser tan malos gobernantes, incapaces de ver más allá de las consignas y eslóganes un mínimo de política práctica y pragmática que lleve al bienestar y tranquilidad de sus ciudadanos. ERC se mueve bien en la confrontación, en el reclamo y en el diseño; no así en el gobierno, en la calle y en la vida real de todas las personas que viven y trabajan en Catalunya. Cuando hablan del pueblo catalán, cuando ponen en sus bocas el clamor de la ciudadanía, se olvidan que solo una pequeña parte de la población les han votado, y que están jugando a apropiarse del sentimiento de frustración de todo un país que mayoritariamente vota a socialistas y convergentes. ¿A qué pueblo catalán defienden en Madrid? ¿Porqué se creen más que otros partidos que han sacado una mayor representación parlamentaria que ellos? ¡Son la quinta opción política, por detrás de ICV, PP, PSC y CiU! ¡Hablan de Catalunya como si fueran el propietario de la voz del pueblo! ¿Son acaso propietarios de sus propias ideas?
De todas maneras, no hace falta alarmarse. Mas ha pedido el rescate financiero a España, así que dudo mucho que se le ocurra hacer algo que no quieran desde Madrid. Tiene las manos atadas. Que tampoco se engañe con apropiarse el éxito de la manifestación, que la gente le ha sabido identificar muy bien, y por su propio bien no ha asistido a ninguna de las marchas convocadas. Se debe haber paseado como fantasma entre las lujosas paredes de su despacho de la Generalitat, mientras le enviaba mensajes a su mujer, que sí estaba presente en la manifestación de Barcelona. Como si ella fuera menos culpable.
En conclusión, mi impresión es que se se ha movido un pequeño engranaje de una gran maquinaria. Como cuando un elefante empieza a mover una pata para dar un paso; al principio parece inmóvil y le cuesta iniciar el movimiento, pero luego es imposible pararlo. Algunos ya han tomado nota del malestar y quieren atajarlo a las bravas, con el aplauso de gran parte de España. ¿Qué opinaría de todo esto Lluís Companys? ¿Qué político de los actuales está más cercano a la talla política de alguien como Francesc Macià? Puede que ninguno, pues todos están tocados por la varita de la corrupción, las prebendas y la disciplina de partido. Terrible problema social el que nos toca, que sin políticos de talla para solucionarlo, nos va a estallar a todos el día menos pensado. Y ya sabemos por dónde suele estallar, con el aplauso de gran parte de España.