Ha sido un caluroso verano. En todos los sentidos. Han pasado más de dos meses desde la última entrada de este blog y ya tenía ganas de retomarlo. Ha habido algunos cambios en mi vida, ocasionados por la realidad que Rajoy no supo ver al entrar en la Moncloa. He estado releyendo mi artículo del debate electoral del año pasado, donde los líderes del PP y el PSOE chillaban sus programas electorales y los vomitaban ante una audiencia atónita y aún poco preocupada por la prima de riesgo. De eso hace ya casi diez meses y todo pronóstico pesimista se ha quedado corto.
La prima de riesgo, a día de hoy, está a 518 puntos básicos (cuando se nos decía que por encima de 350 era una barbaridad). La calificación de la deuda española por parte de las agencias de rating está rayando el bono basura; el déficit, la deuda y el IPC han subido y la bolsa ha bajado. Eso sólo son los datos macroeconómicos; cuando bajamos al mundo de los mortales la cosa está mucho peor. Se ha recortado todo tipo de prestaciones, rebajado los salarios, eliminado las ayudas a la dependencia, negado la asistencia médica a personas sin papeles y subido el IVA a niveles insoportables. Pero eso no es lo peor.
El país tiene el mayor número de parados de su historia y la peor tasa de desempleo desde que se tienen registros. Los actuales datos hacen bueno al peor Zapatero. La ministra de empleo no va a dimitir, puesto que la situación ha llegado a este extremo por la herencia recibida, frase que recita como un mantra el presidente, que tampoco se plantea dimitir. En campaña anunció que no diría nada sobre la herencia recibida, pero esa era solo una mentira más de las decenas que dijo para poder llegar al poder con mayoría absoluta. Tenemos a un presidente tramposo, mentiroso y tal vez lo más sangrante: incapaz, sin reacción. Rápido, eso sí, para asistir a un partido de fútbol. ¿Qué ha arreglado Rajoy desde que es presidente? ¿En qué medida nos ha beneficiado?
Se nos vendió la simpleza de que con un cambio de gobierno se generaría la confianza suficiente como para crear empleo y reducir la prima de riesgo, para pagar las deudas del estado y generar riqueza. Con argumento tan simple como el del cambio de gobierno, pero sin ningún plan de calado detrás, estamos viendo los resultados: los españoles son cada vez más pobres hasta el punto de tener que emigrar a otros países para poder ganarse la vida. Resulta por tanto curiosa la infame miopía de mis conciudadanos cuando al ver a un inmigrante dicen que «ha venido a robarnos el trabajo», pero cuando sus hijos se van a buscarse la vida fuera del país lo hacen para «labrarse un futuro» o «poder trabajar de lo suyo», eufemismos que significan simplemente que en España no hay trabajo y que hay que buscarlo fuera, igual que hacen los inmigrantes que vienen a España. No hay distinción, cualquier tipo de otra lectura implica un ejercicio de clasismo rancio.
Pero no solo se escapan del país los jóvenes más preparados, la llamada generación perdida, sino que además también desaparecen las grandes fortunas, que emigran raudas hacia los paraísos fiscales, lejos de las tasas e impuestos españoles y de los bancos, que tan hambrientos están. Sin dinero, con miles de pisos que no valen nada, con deudas millonarias los bancos son el objeto de la ira de los ciudadanos, y con toda la razón del mundo. Toda la ingeniería bancaria nacida en Wall Street y que pronto adoptaron los bancos de todas las naciones ha resultado un increíble timo de consecuencias catastróficas. Una increíble tomadura de pelo que todavía no se sabe bien como se ha podido gestar.
Todo ese dinero sale, en última instancia, del bolsillo de los trabajadores. Aunque para entender bien como funcionan los mecanismos de financiación y la economía mundial os recomiendo el libro La troika y los cuarenta ladrones, de Santiago Camacho, que a pesar de que no tenga una gran capacidad de síntesis (a veces se repite y se lía) sí explica bien la perversidad de la tríada formada por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio, además de otras cuestiones de capital importancia para entender los vericuetos por donde se mueve el dinero del mundo.
En síntesis: el dinero sale del bolsillo del ciudadano y acaba en una cuenta opaca en un paraíso fiscal, pasando por varios bancos en el proceso que habrán aumentado su valor ficticiamente hasta conseguir que de 1 euro salgan 100. Ahí radica la riqueza efímera de países como el nuestro, en las artimañas de bancos y cajas sin escrúpulos que concedían créditos a sabiendas de que no se podrían cobrar solo con la intención de generar dinero rápido para invertir en deuda pública, por ejemplo. ¿Como es eso posible? Fácil para el banco: si una persona vende su piso por 200.000 euros, la persona que lo compre necesitará un crédito de 200.000, así que para el banco la suma de lo que se tiene y lo que se tendrá son 400.000 euros (que nosotros no vemos, son simples anotaciones en un ordenador: 200.000 en cada cuenta) sin contar los intereses. Ahora multiplica esta simple operación por cada una de las compra-ventas de viviendas entre particulares y por último, ante la visible incapacidad de pagar de los hipotecados, calcula el dinero que el banco habrá perdido.
En conclusión, sirva este artículo para mostrar el tono general del blog a partir de ahora, puesto que a servidor le han afectado de lleno las reformas del gobierno: despedido hace apenas un par de meses de la empresa, con una indemnización de 20 días por año trabajado… la triste realidad de muchos españoles. Ahora intento trabajar por mi cuenta, pero para eso también ha pensado Rajoy: nos sube el IVA a los autónomos, para terminar de rematar a los que aún queremos respirar en este erial del sur de Europa. Mientras tanto, en alguna paradisíaca isla del Caribe reposa el dinero en la cuenta del paraíso fiscal donde el político corrupto, el empresario defraudador o el futbolista idolatrado han tenido a bien resguardarse de la vista de Hacienda y que tanta falta haría para poder pagar hospitales, escuelas y prestaciones, que buena falta nos hacen.
Una respuesta a «Se acabó el verano»
Es un gusto verte de nuevo por aquí, Xavi. Lamento que tenga que ser con malas noticias.
Espero poder leerte más a menudo.
Suerte.